miércoles, 20 de diciembre de 2023

Los países isleños en peligro por el aumento del nivel del mar, envían un urgente SOS: "Lo que enfrentamos, ustedes también lo enfrentarán”

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Estos estados, constituyendo menos del 1% de la población mundial, están en riesgo inminente de desaparición debido al ascenso del nivel del océano. En su desesperada petición de ayuda, se destacan los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS, por sus siglas en inglés) durante la conferencia en Dubái: "Nuestra supervivencia está en juego".


Un total de 39 naciones, la mayoría compuestas por una sola isla o grupos de pequeñas islas dispersas en los océanos, ahora se encuentran amenazadas por el cambio climático. Estas regiones, visibles desde el espacio como diminutos puntos verdes y amarillos, se enfrentan a una crisis ocasionada por la subida del nivel del mar, principalmente por las emisiones de carbono externas, aunque su contribución a estas emisiones es mínima, apenas el 0,2%. "Estamos en la primera línea de una crisis que no hemos creado. Es literalmente una cuestión de supervivencia o hundimiento, y puedo asegurarles que también les llegará a ustedes", advierte Pa'olelei Luteru, representante de Samoa y los SIDS ante las Naciones Unidas, en la COP28.


Conformando menos del 1% de la población global, aproximadamente 65 millones de personas, estas naciones enfrentan un inminente riesgo de desaparición debido al aumento del nivel del mar. Por años, han luchado con el desafío del cambio climático, mientras que gran parte del 99% restante apenas puede ubicar estas naciones paradisíacas en un mapa lleno de agua, resumidas en sus banderas con símbolos que representan naufragios, barcos, islas, constelaciones y elementos de la naturaleza. Sin embargo, estas visiones idílicas contrastan con la realidad cada vez más amenazante: olas más altas, más frecuentes y más peligrosas que impactan a sus habitantes.


Aunque estas naciones se describen a sí mismas como Grandes Estados Oceánicos, dado que controlan una extensión oceánica promedio 28 veces mayor que su masa terrestre, su vulnerabilidad los convierte en una zona de alto interés estratégico para países como Estados Unidos y Australia. La desafortunada situación de muchos de estos países se deriva de depender en gran medida de un océano que ahora representa su sentencia de muerte. Hace aproximadamente 125,000 años, cuando las temperaturas eran similares a las actuales, el nivel del mar estaba seis metros más alto. Con las proyecciones actuales, se espera que en los próximos 25 años el agua suba al menos entre 20 y 30 centímetros, con predicciones aún más catastróficas que hablan de un aumento de dos metros en los próximos 75 años, según un informe de la ONG Climate Central publicado en Nature en 2019.


Islas como Tuvalu y las Maldivas, ubicadas en el Pacífico e Índico respectivamente, están en peligro inminente. Tuvalu, por ejemplo, se encuentra a cinco metros sobre el nivel del mar en su punto más alto, lo que coincide con las olas del ciclón Pam que golpearon sus arrecifes en 2015. Países como Vanuato, formado por 83 islas volcánicas, se enfrentan a ciclones con vientos de hasta 340 kilómetros por hora, dejando el país en escombros en múltiples ocasiones. Incluso antes de que estas aguas paradisíacas se conviertan en aguas trágicamente cristalinas, la intrusión del océano ha comenzado a salinizar los cultivos, generar escasez de alimentos y, en última instancia, a convertir estas islas en lugares inhabilitables.


Estas naciones, unidas bajo el paraguas de los SIDS, buscan soluciones para resistir al embate del aumento del nivel del océano. Sin embargo, su falta de recursos económicos las ha situado entre los países más pobres del mundo, lo que complica su capacidad para enfrentar la crisis climática. A pesar de sus esfuerzos internos, dependen en gran medida de la comunidad internacional para determinar si se hunden o sobreviven. En la COP28, su voz se hace eco, pero a lo largo de tres décadas, han sentido la indiferencia global hacia sus súplicas de ayuda.


Los desplazamientos internos y las evacuaciones ya son una realidad en estos estados. Australia ha anunciado la concesión de visados anuales para los habitantes de Tuvalu, mientras que Nueva Zelanda ha elevado su cuota de refugiados climáticos. Sin embargo, estas soluciones solo retrasarán la inevitable desaparición de estas naciones insulares. Las acciones urgentes para abordar las emisiones de combustibles fósiles, principal causa del cambio climático, son necesarias para evitar una tragedia humana y cultural en estos paraísos terrenales.


Fuente: https://www.elmundo.es/papel/historias/2023/12/07/6569fe2ce4d4d84e0f8b45a2.html


 

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