martes, 15 de julio de 2025

Las huellas de los derrames de petróleo continúan dañando el mar peruano

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Seis meses después del derrame ocurrido en Lobitos, la costa norte de Perú —la más afectada históricamente por este tipo de incidentes— ha sido escenario de una nueva fuga de crudo.

El 7 de julio, cuando los pobladores se alistaban para discutir sus reclamos por el derrame del 21 de diciembre, surgió otra mala noticia: en el pozo 383, muy cercano a Lobitos, hubo otro escape de hidrocarburos. Petroperú, la petrolera estatal, reportó la presencia de agua, lodo y crudo en una instalación inactiva, cercana a la playa. Alegaron manipulación indebida de válvulas y daños a la malla perimetral.

Sin embargo, para Iván Vite, ingeniero del Comité Ambiental de Lobitos, esta explicación “es como echarle la culpa a un fantasma”. La desconfianza es razonable. A medio año del derrame anterior, esta comunidad pesquera y turística sigue exigiendo medidas concretas. Vite sostiene que lo ocurrido pudo ser causado por la acumulación de gases no descomprimidos por la empresa.

El 10 de julio, en una reunión local, Petroperú informó que el derrame fue de 5,46 barriles (229,32 galones), afectando 6.425 metros cuadrados. En diciembre, el volumen fue menor: 0,95 barriles (39,9 galones). Las cifras oficiales suelen variar y generan confusión. Según Vite, Osinergmin tiene su propio informe, pero la ley impide hacerlo público.

Mientras tanto, los derrames en el mar peruano se acumulan sin freno. El informe Las sombras de los hidrocarburos (2024) reporta 1.462 derrames entre 1997 y 2023, de los cuales 609 fueron en la costa, y 566 solo en Piura. Lobitos y Negritos siguen marcados por el petróleo. Otro estudio señala que el 90% de los 3.321 pasivos ambientales no reparados también están en la costa.

En el Salar de Negritos, un lugar declarado de interés turístico, aún se ven manchas de crudo en la arena, cerca de aves y estructuras turísticas abandonadas. Un pequeño pozo sigue brotando petróleo sin control. Un extrabajador afirma que en el campo los derrames no reciben atención.

El mayor desastre ocurrió en Ventanilla, Callao, el 15 de enero de 2022, cuando el buque Mare Doricum vertió 11.900 barriles de crudo en el Terminal de Boyas N°2. El petróleo afectó 713 hectáreas marinas, 180 de litoral, dañó a 1.500 pescadores y llegó a dos áreas naturales protegidas. Manglar reportó que 175 especies de invertebrados y 211 de aves fueron afectadas. Treinta días después, el saldo era de 500 especies afectadas, sin contar peces.

El daño fue tan grande que Serfor trasladó 989 aves al Parque de las Leyendas para su tratamiento. Aún hoy, pescadores de Ventanilla, Ancón y otras zonas siguen sufriendo las secuelas.

En Lobitos, Petroperú entregó vales por alimentos equivalentes a 1.500 soles (unos 360 euros) tras el derrame de diciembre. Sin embargo, la incertidumbre persiste. Los pescadores no saben qué pasará tras esta nueva fuga.

Un estudio de 2017 compara Lobitos con Macondo por sus ciclos de bonanza petrolera, turismo, surf, derrames y olvido. Hoy, este pueblo parece seguir atrapado en esa historia repetida de abandono y contaminación.


Fuente: https://elpais.com/america-futura/2025-07-11/las-huellas-de-los-derrames-petroleros-siguen-golpeando-al-mar-peruano.html

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