martes, 30 de julio de 2024

Narco-contaminación: La crisis ambiental causada por los laboratorios clandestinos en México

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En el entorno natural, se encuentran bandejas, contenedores y cilindros de gas, algunos en el agua, especialmente en zonas donde los ríos serpentean. Estos son equipos utilizados para la fabricación de drogas sintéticas, arrastrados por lluvias desde laboratorios clandestinos en la sierra de Sinaloa.


Mauro Aguirre Zazueta, medioambientalista en el municipio de Cosalá, señala que estos ácidos son extremadamente dañinos para la flora, destruyendo rápidamente las plantas que entran en contacto con ellos.


Este problema representa una catástrofe ecológica impulsada por el narcotráfico. La creciente demanda de opioides en Estados Unidos ha elevado la producción de drogas sintéticas en México a niveles sin precedentes. Mientras que el impacto en la salud debido a estas drogas es bien documentado —con alrededor de 110,000 muertes por sobredosis en EE.UU. entre enero de 2022 y enero de 2023—, el daño ambiental en México por los residuos de producción es menos conocido.


Una investigación de Quinto Elemento Lab revela que las autoridades mexicanas encargadas de gestionar los crímenes ambientales no han intervenido en casos de contaminación provocada por estos laboratorios clandestinos.


El problema no es la falta de información; el número de laboratorios descubiertos en México ha aumentado más de 16 veces en los últimos cinco años, de 58 en 2018 a 948 en 2023. Durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, se han encontrado 2,079 laboratorios, tres veces más que en la administración anterior.


La Sedena reporta la incautación de más de 488,000 kilogramos y 1.2 millones de litros de químicos en estos laboratorios desde 2018, equivalentes a 17 contenedores de carga y más de 40 camiones cisterna de Pemex. Estos químicos son extremadamente peligrosos, causando intoxicación, hemorragias cerebrales y muerte en contacto prolongado.


Entre 2018 y 2023, se aseguraron en México 556,308 kilogramos de metanfetamina. La ONU estima que la producción de un kilo de esta droga genera al menos seis kilos de desechos, a veces más.


Los laboratorios clandestinos no solo representan un riesgo para los operativos y las personas cercanas, sino también para el medio ambiente. Los químicos utilizados matan la vegetación inmediatamente y sus desechos contaminan el agua y el suelo, afectando la fauna y representando un riesgo para la salud humana. Los ecosistemas contaminados pueden tardar hasta 25 años en recuperarse.


Consultas a través de la Ley de Transparencia revelaron que no existen diagnósticos gubernamentales sobre el daño ambiental causado por los laboratorios. Además, no se han establecido protocolos claros para la limpieza de estos sitios ni para la reparación del daño ecológico.


La mayoría de los laboratorios se encuentran en Sinaloa, Durango, Michoacán y Jalisco, pero la producción de drogas sintéticas ha aumentado tanto que ahora hay laboratorios en más de la mitad de los 32 estados mexicanos, extendiendo la contaminación por todo el país.


A pesar de la creciente evidencia de la contaminación, el gobierno federal ha negado que se produzca fentanilo en México. Las personas expuestas a los químicos saben del riesgo ambiental cuando encuentran ganado muerto cerca de fuentes de agua contaminadas o pescan en zonas afectadas por la contaminación. En algunos casos, los daños ecológicos son tan severos que pueden acabar con la agricultura, ganadería o pesca local.


Siria Gastélum, de Iniciativa Global Contra el Crimen Organizado Transnacional, critica la falta de datos y estrategias para abordar estos problemas. Destaca la falta de acción a pesar del evidente impacto ambiental del crimen organizado.


Los laboratorios clandestinos se localizan en áreas remotas, a menudo en ecosistemas frágiles de la Sierra Madre Occidental y bosques de manglares costeros, para evitar la detección y acceder a fuentes de agua necesarias para la producción de drogas.


Estos laboratorios, que no son operaciones caseras sino industriales, han incrementado su presencia en sitios más aislados debido a las presiones y operativos militares. Las autoridades han encontrado más de 60 sustancias químicas peligrosas en estos laboratorios, muchas de las cuales tienen múltiples advertencias de peligrosidad.


Desde 2018 hasta 2022, la mitad de los laboratorios descubiertos estaban en Cosalá, un municipio con baja densidad poblacional y ecosistemas únicos en la Sierra Madre Occidental. A pesar de la vigilancia y las actividades ecoturísticas en la región, los narcotraficantes siguen operando en el área.


La Sedena ha detectado la mayor cantidad de laboratorios clandestinos, pero su papel se limita a la localización y desactivación sin encargarse de la limpieza ambiental. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) son responsables de la protección ambiental, pero no han abordado adecuadamente el daño causado por estos laboratorios.


Los funcionarios estatales y federales conocen la contaminación desde al menos 2018, pero los esfuerzos para mitigar el daño han sido limitados. La falta de coordinación y acción efectiva mantiene el problema sin resolver, con serias consecuencias para el medio ambiente y las comunidades locales.


Fuente: https://es.mongabay.com/2024/07/narco-contaminacion-catastrofe-ambiental-laboratorio-clandestinos-mexico/

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