Desde hace algún tiempo, especialistas en cambio climático venían anticipando que las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) de China —el principal emisor del mundo— habían alcanzado su punto más alto y comenzaban a disminuir. Un nuevo reporte del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA), con sede en Finlandia, confirma esta tendencia.
El informe, publicado por el sitio Carbon Brief, muestra que en el primer trimestre de 2025, las emisiones de CO₂ en China se redujeron un 1.6 % respecto al mismo periodo de 2024. Ya en agosto de 2024, otro estudio del Instituto de Políticas de la Sociedad Asiática (ASPI) reportó una caída del 1 % en las emisiones del segundo trimestre del año, comparadas con las de 2023.
Ambos análisis coinciden en que esta disminución se debe al auge de las energías renovables en el país, lo que podría marcar el fin del crecimiento sostenido de las emisiones chinas, que comenzó hace décadas. Hasta ahora, las reducciones solo se habían producido durante situaciones extraordinarias, como la pandemia de covid-19, que frenó la actividad económica.
Si esta tendencia a la baja se mantiene, podría representar un giro decisivo para el futuro climático global, considerando el papel central de China en el aumento de las emisiones desde principios del siglo XXI.
Una trayectoria de crecimiento acelerado
Hace medio siglo, China aportaba menos del 7 % a las emisiones globales. Hoy, su participación ronda el 30 %. Su acelerado crecimiento económico, impulsado por el uso intensivo del carbón, la llevó a superar en emisiones a todos los países desarrollados combinados en 2019.
A medida que China incrementaba su huella de carbono, otras potencias como Estados Unidos y la Unión Europea empezaban a reducir la suya, gracias al abandono del carbón y a una transformación industrial menos contaminante.
China argumentó durante años que su crecimiento seguía el patrón de los países industrializados, quienes también aumentaron sus emisiones en su camino al desarrollo. Sin embargo, la realidad es que China fue el principal responsable del incremento global de emisiones en la última década.
Lauri Myllyvirta, autor del estudio del CREA, señala: “Sin China, las emisiones globales se habrían estabilizado hace diez años”.
Renovables, la clave del cambio
Según Myllyvirta, el cambio se debe en gran parte al rápido despliegue de energías limpias, especialmente solar y eólica, a lo largo del país. China ha instalado más de la mitad de toda la capacidad solar y eólica global en los últimos años, un crecimiento que él califica como “impresionante”.
Datos de la organización británica Ember revelan que en abril de 2025, por primera vez, la energía solar y eólica generaron más del 25 % de la electricidad del país. Al mismo tiempo, la producción eléctrica a base de combustibles fósiles cayó 3.6 % entre enero y abril, respecto al mismo periodo de 2024.
El analista Yang Biqing, de Ember, considera que estas cifras muestran una transición energética significativa en un país históricamente dependiente del carbón. Aunque no ha verificado directamente el análisis de CREA, coincide en que las emisiones de carbono en China se están estabilizando, gracias al auge de las renovables.
¿Un cambio sostenido o solo un freno temporal?
Aun así, hay dudas sobre si esta reducción se mantendrá en el tiempo. Li Shuo, del ASPI, advierte que podría tratarse de un “pico temprano” seguido de un estancamiento prolongado, lo que no sería favorable para el clima.
Factores geopolíticos y económicos influyen en la estrategia energética del país. La guerra en Ucrania y la inestabilidad en los mercados petroleros llevaron al gobierno chino a apostar por el carbón como fuente energética segura y abundante.
Sin embargo, Christoph Nedopil Wang, del Instituto Griffith Asia, sostiene que esta búsqueda de seguridad energética también ha favorecido a las energías limpias, en las que China tiene un papel dominante a nivel global, tanto en capacidad instalada como en manufactura.
Nedopil Wang considera poco probable que la desaceleración económica o las tensiones con EE.UU. lleven al gobierno chino a reactivar industrias altamente contaminantes. En cambio, estima que la prioridad estará en sectores de bajas emisiones como la tecnología, la biotecnología, los autos eléctricos y las energías limpias.
Un reto climático aún en marcha
Aunque los avances son significativos, los expertos coinciden en que China todavía enfrenta grandes desafíos para cumplir con sus compromisos internacionales.
En el marco del Acuerdo de París, el país prometió reducir su intensidad de carbono en más del 65 % para 2030, en comparación con los niveles de 2005. La intensidad de carbono mide las emisiones por unidad de PIB.
Durante la pandemia, China se desvió de este objetivo debido al repunte de la manufactura intensiva en energía. Ahora, su única vía para cumplirlo es continuar reduciendo emisiones de aquí a 2030.
El análisis de CREA es un primer paso, pero se necesita una estrategia más ambiciosa y sostenida. La atención internacional estará puesta en China en los próximos meses, especialmente rumbo a la COP30 en Brasil, donde se espera que actualice sus metas climáticas.
En abril, el presidente Xi Jinping envió un mensaje claro durante una conferencia climática: “Debemos actuar, no solo hablar… y convertir nuestras metas en resultados concretos”.
China probablemente buscará mantener su liderazgo climático global y no parecer que abandona sus compromisos. Según Li Shuo, sus próximos pasos estarán guiados tanto por sus propios intereses como por la percepción que proyecte al resto del mundo.
Fuente: https://www.bbc.com/mundo/articles/c989m8zzl3po
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