lunes, 5 de mayo de 2025

El carbono negro acelera el fin de los glaciares

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El agua líquida en los glaciares puede generarse por el derretimiento de nieve o hielo, o por la caída de lluvia directa. El sistema interno de un glaciar es complejo, con zonas de filtración lenta y otras formadas por túneles, grietas o cavernas.

Un glaciar es una masa de hielo que se forma en tierra por la acumulación y transformación de la nieve, y que evidencia movimiento pasado o presente. Existen principalmente en regiones polares, donde la nieve que cae cada año supera a la que se derrite, aunque también hay en zonas montañosas.

El carbono negro, un contaminante climático de corta duración, se origina por la quema parcial de combustibles fósiles. En el aire actúa como gas de efecto invernadero y, al asentarse sobre la nieve o el hielo, disminuye su capacidad de reflejar luz, acelerando su derretimiento y la pérdida de biodiversidad.

Los glaciares no resisten tanto carbono negro
Limitar las emisiones de carbono negro es crucial para conservar los glaciares y sus múltiples beneficios, escribe Pema Gyamtsho, directora del ICIMOD.

Quien ha visitado un glaciar, conoce la sensación única de estar sobre un río de hielo. Lamentablemente, podría no ser posible en el futuro, ni disfrutar de los beneficios que ofrecen a las comunidades y ecosistemas.

Nuevas investigaciones indican que los glaciares están desapareciendo rápidamente. Desde 2000, han perdido más de 6,5 billones de toneladas de hielo, lo que representa el 5 % de su volumen. Si no se actúa, hasta la mitad de los glaciares del mundo podría desaparecer antes de 2100.

Esto tendría consecuencias graves. Cientos de millones de personas dependen del agua del deshielo estacional, que actúa como reserva vital frente a la sequía.

También hay impactos globales: el derretimiento contribuye al aumento del nivel del mar, que amenaza a poblaciones costeras. Gyamtsho, exministro de Bután, advierte que el ecosistema montañoso es clave para la seguridad alimentaria, hídrica y energética de dos mil millones de personas.

Alarma en la cordillera del Himalaya
El Hindu Kush, que atraviesa ocho países asiáticos, enfrenta una situación crítica. Su ecosistema glaciar abastece a miles de millones y alberga especies únicas.

Sorprendentemente, esta es también una de las regiones más contaminadas del planeta, donde la mayoría respira aire muy por encima de los niveles seguros. La contaminación daña la salud y también acelera el derretimiento de nieve y hielo, alterando lluvias y monzones.

El carbono negro o hollín, es un contaminante poderoso que, aunque permanece poco tiempo en el aire, calienta hasta 1.500 veces más que el CO.

Al ser parte de partículas finas, también perjudica la salud humana. La contaminación atmosférica, que causa más de 8 millones de muertes anuales, tiene un alto costo económico estimado en el 6 % del PIB mundial.

Las principales fuentes de carbono negro incluyen vehículos, incendios, cocinas y calefacciones que usan leña, además de actividades industriales. También explica por qué el Ártico se calienta cuatro veces más rápido y se aceleran las pérdidas de hielo.

Un estudio en un glaciar del Himalaya central halló que el carbono negro fue responsable del 39 % de la pérdida total de masa antes del monzón.

Barreras que impiden avanzar
Aunque los científicos conocen sus efectos, no se ha actuado con suficiente fuerza.

Un informe del Fondo para el Aire Limpio identifica seis grandes barreras: políticas, científicas, económicas, normativas, industriales y de comunicación. Propone soluciones realistas que permitirían una reducción del 80 % de estas emisiones para 2030, frente al 3 % si no se hace nada.

Dada la gravedad de sus impactos en la salud y el medio ambiente, incluidos los glaciares, es urgente superar estos obstáculos y aprovechar las soluciones disponibles.

El informe también destaca que reducir el carbono negro y otros supercontaminantes es una de las formas más efectivas y rápidas para frenar el cambio climático, con beneficios económicos y sanitarios importantes.

La experiencia en el Hindu Kush muestra que invertir en tecnologías limpias, monitoreo avanzado y políticas sólidas será clave.

Las fuentes residenciales y los hornos de ladrillo son responsables de dos tercios de las emisiones de carbono negro en esta región. Una transición hacia energías limpias en cocina, iluminación y calefacción mejoraría el aire y la salud.

Otras medidas necesarias incluyen regular los combustibles usados por barcos en el Ártico, fijar nuevas metas de emisiones y priorizar el carbono negro en políticas energéticas y de calidad del aire.

Los países pueden actuar desde ya, estableciendo compromisos firmes en sus planes climáticos nacionales de cara a la COP30.

También es esencial financiar más estudios sobre los impactos del carbono negro, especialmente en poblaciones vulnerables.

La ONU ha declarado 2025 como el Año Internacional de la Preservación de los Glaciares. Es el momento de actuar con urgencia para proteger estas zonas críticas, empezando por frenar el carbono negro. 

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