En Shanghái, el principal centro financiero del país, 2024 fue el año más cálido desde la dinastía Qing, de acuerdo con la oficina meteorológica local. La temperatura promedio anual fue de 18.8 grados Celsius, superando todos los registros desde 1873. Este clima extremo, acompañado de tormentas intensas y mayores precipitaciones, aumentó significativamente el consumo eléctrico en la segunda economía más grande del mundo.
El calor extremo también tuvo un impacto considerable en la agricultura, especialmente en regiones del sur donde se cultiva arroz. Para garantizar la seguridad alimentaria frente al aumento de las temperaturas, China está desarrollando investigaciones para adaptar cultivos básicos al calor. Científicos en Pekín han descubierto que las papas, de las cuales China es el mayor productor mundial, pesan menos de la mitad de lo normal si se cultivan en condiciones 3 grados Celsius por encima de la media.
Un informe de las Naciones Unidas, publicado en octubre, advierte que, con las políticas climáticas actuales, el mundo podría experimentar un calentamiento de hasta 3.1 grados Celsius sobre los niveles preindustriales para el año 2100. Esta proyección resalta la necesidad de tomar medidas urgentes para mitigar el impacto del cambio climático.
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