martes, 10 de septiembre de 2024

Impacto ambiental de los excrementos animales

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Los animales funcionan como el sistema circulatorio del planeta, transportando nutrientes clave que mantienen saludables los ecosistemas. La desaparición de la megafauna ha reducido significativamente este proceso natural de reciclaje de nutrientes, lo que ha afectado áreas cruciales como la selva amazónica, haciéndolas más vulnerables al cambio climático. Antes de la llegada de los humanos, el mundo estaba lleno de gigantes como ballenas, mamuts y perezosos. Estos animales recorrían grandes distancias, consumían enormes cantidades de alimento y defecaban abundantemente, fertilizando tanto el océano como la tierra.


La megafauna se extinguió tras la última Edad de Hielo, en parte por la acción humana. Esto, sumado a la caza de ballenas y la extinción de más especies, ha reducido el reciclaje de nutrientes a solo el 6% de su capacidad original, según un estudio en la revista PNAS, lo que afecta a ecosistemas clave como el Amazonas.


El rol de los animales en el reciclaje de nutrientes es vital, como lo señala el biólogo Joe Roman en su libro “Eat, Poop, Die”. Roman sugiere que los animales salvajes son el sistema circulatorio del planeta, transportando nutrientes como la sangre en el cuerpo humano. La disminución de las poblaciones animales ha interrumpido este flujo, haciendo que los hábitats más ricos sean menos productivos y más susceptibles al cambio climático.


Hoy en día, la megafauna ha desaparecido y la vida salvaje está en declive, mientras que los humanos y el ganado representan el 96% de la biomasa de mamíferos. Sin embargo, los nutrientes de los desechos humanos y agrícolas no retornan a los ecosistemas naturales, sino que contaminan lagos y océanos, provocando floraciones de algas dañinas.


El sistema conocido como la "bomba de las ballenas" es un proceso por el cual las ballenas regulan el clima y los nutrientes oceánicos. Defecan cerca de la superficie, liberando nutrientes que fertilizan el fitoplancton, el cual realiza fotosíntesis, produce oxígeno y secuestra carbono, mitigando el cambio climático. Este fitoplancton alimenta a peces como las sardinas, que a su vez son consumidos por depredadores, manteniendo el ciclo de nutrientes. Las aves marinas, al regresar a tierra, depositan excrementos ricos en fósforo y potasio, que desde hace siglos han sido utilizados como fertilizante.


Además de las ballenas, otros animales como el salmón también transportan nutrientes desde el océano a la tierra, enriqueciendo el suelo forestal. Este ciclo de nutrientes demuestra el profundo vínculo entre los ecosistemas marinos y terrestres.


Contrario a lo que algunos países balleneros como Japón han argumentado, las ballenas no reducen las poblaciones de peces, sino que promueven ecosistemas más ricos y biodiversos. Sus nutrientes son transportados hasta las montañas por aves marinas y otros animales, completando un ciclo de nutrientes que mantiene la vida en la Tierra.


Los excrementos de las ballenas no solo regulan el clima, sino que también impulsan el crecimiento del fitoplancton, contribuyendo a enfriar el planeta.


Fuente: https://www.bbva.com/es/sostenibilidad/como-afectan-los-excrementos-al-medioambiente/

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