jueves, 26 de septiembre de 2019

México ante los biocombustibles, ¿qué está haciendo?

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Las alternativas al uso de la gasolina están creciendo en este país, lo que abre nichos con buenas perspectivas de mercado.

Las energías renovables dejaron de ser ya un concepto utópico para convertirse en una realidad. A pesar de la gran dependencia mundial del crudo tradicional -la Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima la demanda global en más de 90 millones de barriles de petróleo (bdp) al día-, fuentes alternativas de combustibles renovables comienzan a despuntar.
Los biocombustibles, que pueden utilizarse como sustitutos de la gasolina, el diésel e incluso de la turbosina, que es el combustible utilizado por los aviones, además de la biomasa o el bioetanol son algunos de los nuevos productos “verdes” que podrían servir para echar a andar los más de cuatro millones de coches que circulan a diario en la Ciudad de México y los más de 28 millones en todo el país, según la estimación del parque vehicular de Plataforma México y la Secretaría de Seguridad Pública.
Impulso legal y empresarial

Cancún fungió de ciudad sede para la COP 16, el principal foro contra el cambio climático en todo el mundo, lo que revela la importancia del tema para México, que está demostrando su liderazgo en el cultivo de energías renovables. No obstante, hay mucho por hacer para levantar al país que aún ocupa el puesto 84 en sostenibilidad, según el índice de Desempeño elaborado por la Universidad de Yale, en Estados Unidos.
El mayor parque de energía eólica de América Latina se inauguró en Oaxaca durante 2012. Este proyecto contó con una inversión de cerca de 600 millones de dólares (mdd), según cifras oficiales y, entre los principales inversionistas se encontraban Bimbo y Femsa, dos de las empresas más importantes del país.
Durante la Cumbre de Negocios Verdes que acogió el Tecnológico de Monterrey en octubre del 2017, el director general de Grupo Bimbo, Daniel Servitje, criticó la política de subsidios a las gasolinas, que cuesta al gobierno más de 20 mil mdd anuales y declaró que hasta que no se pague un precio justo por la gasolina “no se podrá crear un mejor ambiente para la economía verde”.
Otras grandes empresas, como General Electric, se han comprometido a comprar cinco mil millones de galones de biocombustibles por año, con el objetivo de utilizarlo en las pruebas para motores de aviones.
Desde el sector privado organizaciones como la Asociación de Productores de Biocumbustibles impulsan un proyecto para aprobar una Ley de Biocombustibles, que permita crear un sector dinámico y competitivo, capaz de producir e incluso exportar combustible renovable. No hay que olvidar que dos países latinoamericanos, Brasil y Argentina, son junto con Estados Unidos, los tres mayores exportadores de biocombustibles en el mundo.
En algunos Estados, como Chiapas, las iniciativas para producir combustible “verde” han sido emprendidas por varias empresas y sectores de forma conjunta. Durante el verano de 2012, la Unión de Sociedades Bioenergéticas de Chiapas anunció una inversión de 600 millones de pesos (mdp) para el cultivo de 10 mil hectáreas de jatropa. Una planta que permite extraer aceite que puede ser utilizado como combustible para biodiesel. El Estado chiapaneco ya cuenta con una planta y una expendedora de este combustible.
El cultivo de jatropa ha sido impulsado por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes que, a través de un acuerdo con el Consejo para el Desarrollo Económico de Sinaloa, planea delinear una estrategia que permita el cultivo y procesamiento de esta planta para su transformación en biocombustible, de forma específica para el parque de aeronaves.
¿Política energética de México?

Por ser México productor y exportador de petróleo, la investigación de energías renovables no estaba entre sus prioridades. Incluso a pesar de estar fincada la economía nacional en los ingresos del petróleo, la inversión en Petróleos Mexicanos para nuevas refinerías o nuevos desarrollos ha sido muy limitada. México no ha aprovechado los altos precios del petróleo del sexenio de Vicente Fox, y los ingresos extraordinarios no se han invertido, sino que se ha optado por endeudarse más. Al ritmo de la producción actual tenemos reservas probadas para 9.5 años; con relación al 2001, éstas cayeron en un 31%.
A pesar de lo alarmante de estos datos, México carece de una política energética que lleve a dejar de depender en un 90% de los hidrocarburos. El promedio mundial es de un 60% de dependencia de éstos.
No obstante, para el tránsito de un paradigma energético a otro no es suficiente con una ley sobre bioenergéticos, se necesitan recursos para el desarrollo de investigación e infraestructura de fuentes renovables de energía y no solo apostarle a los agrocombustibles. Una política energética debiera contemplar el abanico de posibilidades de energías renovables, ya que no podrán ser sustituidos los combustibles fósiles con solo un recurso energético. Por ejemplo, México tiene capacidad geotérmica, eólica, solar y la controversial nuclear.
Variedades de cultivo

Si bien la soya, el maíz, la caña o el sorgo son cultivos comestibles que se utilizan para producir biocombustibles, otros, como las algas, también son potencialmente cultivos aptos para generar biomasa y biodiesel.
Expertos del sector estiman que cuatro mil metros cuadrados de cultivo de jatropa pueden generar más de 700 litros de combustibles por año; 300 litros en el caso de la soya; mil 500 litros en el de la camelina; dos mil 300 en el caso de la palma, en donde Costa Rica destaca como uno de los principales productores; y hasta 275 mil en el caso de las algas.
En México, la jatropa y el sorgo son dos de los cultivos que mayor impulso tienen hasta el momento. Aunque otros productores han encontrado diferentes métodos para crear combustible a partir, por ejemplo, del aceite usado de cocina.
¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por un litro de biogasolina para cuidar proteger al medio ambiente?



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