“Cada minuto, un camión cargado con desechos plásticos termina en el mar”, advierte el diplomático, quien subraya que se utilizan entre 15.000 y 16.000 químicos en la fabricación de plásticos, aunque solo se conoce con cierta certeza el impacto de 3.000 a 4.000 de ellos. Los efectos del resto, más de 12.000, siguen siendo desconocidos.
El desafío es enorme. Desde 1950 se han producido más de 9.200 millones de toneladas de plásticos, de los cuales apenas un 9% se ha reciclado, muchas veces de manera insostenible. El 91% restante se acumula en vertederos y, sobre todo, en los océanos, donde origina cinco gigantescas islas de basura flotante. La mayor, en el Pacífico, equivale a la superficie conjunta de Francia y España.
Los plásticos no solo contaminan mares y ecosistemas; micro y nanoplásticos se han hallado en órganos humanos y en placentas, con efectos sobre pulmones, hígado, riñones y cerebro. Estudios recientes sugieren incluso alteraciones en el ADN, lo que implica un riesgo directo para generaciones que aún no han nacido.
A pesar de la gravedad, las negociaciones en Ginebra concluyeron el 15 de agosto sin acuerdo. El principal obstáculo enfrenta a más de 100 países que exigen reducir la producción de plásticos, contra productores de petróleo que defienden su industria como salida económica ante la transición energética.
La ONU ha descrito esta situación como parte de una “triple crisis planetaria”: cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación, siendo los plásticos el mayor problema en este último ámbito. La producción de plásticos genera entre 4% y 5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y depende en un 95% de combustibles fósiles.
A nivel local, algunos avances resultan esperanzadores: países africanos han prohibido plásticos de un solo uso, Corea del Sur impulsa a pescadores a recoger desechos marinos y Ecuador eliminó esos plásticos en las islas Galápagos. Sin embargo, incluso allí, las corrientes siguen arrastrando basura desde otros países.
Para Vayas-Valdivieso, la clave está en un tratado global y vinculante, que contemple todo el ciclo de vida del plástico: desde su producción y consumo hasta la gestión de residuos. También insiste en la necesidad de inversión en ciencia, apoyo a comunidades afectadas y un cambio de hábitos ciudadanos hacia un consumo más consciente.
“El tiempo apremia. Por salud pública debemos lograr un acuerdo cuanto antes”, concluye.
Fuente: https://www.bbc.com/mundo/articles/cly7q17ry5lo

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