Los incendios forestales arrasaron un 80% más de vegetación que en el año anterior, alcanzando los 300.000 kilómetros cuadrados, principalmente en la Amazonia, según la red brasileña MapBiomas.
El cierre del año confirmó lo que ya anunciaban las impactantes imágenes de septiembre, cuando las llamas avanzaban sin control por Brasil y el humo cubría numerosas ciudades. En total, el fuego consumió más de 300.000 kilómetros cuadrados de territorio en 2024, un aumento del 80% respecto al año anterior, según el informe anual de MapBiomas, una organización conformada por ONG, universidades y empresas tecnológicas que monitorea el territorio mediante imágenes satelitales. Para dimensionar la magnitud del desastre, la superficie calcinada equivale a la extensión de Italia; en diciembre, las pérdidas fueron similares al tamaño de Líbano. Desde 2019 no se registraba una destrucción tan masiva. Según MapBiomas, la crisis fue impulsada por la sequía extrema derivada del fenómeno El Niño, que elevó la temperatura del océano Pacífico y favoreció la propagación del fuego.
Cerca del 75% de la superficie afectada correspondía a vegetación nativa, y casi el 60% estaba en la Amazonia, que Brasil comparte con otros ocho países. Felipe Martenexen, investigador de MapBiomas, enfatiza que los incendios en la selva tropical más grande del mundo no son un fenómeno natural. Su humedad impide que los rayos generen fuego en la vegetación. Advierte que “el cambio en la dinámica de incendios es preocupante, ya que las zonas forestales quemadas se vuelven más vulnerables a futuros incendios”.
Impacto y respuesta gubernamental
Las devastadoras consecuencias de los incendios expusieron la falta de preparación del Gobierno y los Estados para afrontar una temporada de fuego que, debido a la sequía más intensa en siete décadas, se preveía especialmente agresiva. Ambientalistas exigieron entonces mayores recursos para la lucha contra el fuego, mejor coordinación y sanciones más severas para los responsables de incendios intencionados o negligentes. La quema ilegal sigue siendo una práctica frecuente para transformar áreas boscosas en pastizales para el ganado, pero además de destruir ecosistemas, aumenta significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero.
Ane Alencar, coordinadora de MapBiomas, subraya que “las consecuencias de esta destrucción evidencian la necesidad urgente de adoptar medidas coordinadas y de involucrar a todas las instancias gubernamentales para contener una crisis ambiental agravada por fenómenos climáticos extremos, pero originada por la acción humana”.
El Estado de Pará fue el más afectado en 2024. Su territorio es mayor que la suma de Francia y España, y su capital, Belém, será sede de la COP30 en noviembre. Será la primera vez que la cumbre climática de la ONU se celebre en la Amazonia, un hito político significativo y un gran desafío logístico, ya que la llegada de decenas de miles de asistentes pondrá a prueba unas infraestructuras frágiles. Sin embargo, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva quiere que los líderes y ambientalistas que debaten sobre la selva amazónica la conozcan de primera mano. Poco después de asumir su mandato, Lula convocó en Belém a los presidentes de los países amazónicos para abordar su protección.
El Gobierno brasileño ha nombrado al diplomático André Corrêa do Lago como presidente de la COP30. Ha sido el principal negociador de Brasil en las recientes cumbres climáticas, un perfil que contrasta con el de sus dos predecesores, vinculados a la industria petrolera de Emiratos y Azerbaiyán. Su designación llega en un momento tenso, tras el anuncio de Donald Trump de que Estados Unidos abandonará nuevamente el Acuerdo de París, como ya hizo en 2017. La ausencia de la mayor economía mundial plantea nuevos desafíos para el combate global contra el cambio climático.
https://elpais.com/america/2025-01-22/los-incendios-se-disparan-en-brasil-y-en-2024-quemaron-una-superficie-equivalente-a-italia.html
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