Con el incremento de la iluminación nocturna, los problemas de salud asociados a la luz artificial han aumentado, abarcando desde insomnio hasta cáncer.
Hace apenas unos siglos, la humanidad vivía en la oscuridad al caer la noche, utilizando la luz de la luna, el fuego o lámparas de queroseno. Hoy, alrededor del 80% de la población está expuesta a altos niveles de luz nocturna, desde alumbrado exterior hasta pantallas en casa. Cada vez más estudios muestran que esta exposición excesiva tiene efectos negativos en la salud, incluyendo trastornos del sueño, cáncer de mama y enfermedades cardiovasculares.
Aunque los efectos completos aún no se comprenden del todo, está claro que la luz artificial altera los ritmos biológicos humanos, de manera similar a cómo afecta la fauna.
“La humanidad evolucionó con días luminosos y noches oscuras, pero hemos alterado ese equilibrio. Algunas personas se adaptan bien, pero otras no”, dice George Brainard, experto en investigación sobre la luz.
El alumbrado nocturno ha crecido drásticamente, aumentando más del 2% anual en las últimas décadas. Esta contaminación lumínica afecta la salud de diversas formas, principalmente reduciendo la producción de melatonina, una hormona clave para el sueño y con propiedades antiinflamatorias y anticancerígenas. Además, la luz interfiere con los ritmos circadianos, esenciales para mantener el bienestar general.
Los LEDs, cada vez más comunes, son una fuente significativa de luz azul, que suprime la melatonina diez veces más que la luz roja. Esto agrava los problemas de salud, especialmente en las ciudades y comunidades desfavorecidas, donde la exposición es mayor.
El sueño es una de las principales víctimas de la contaminación lumínica. Un estudio reciente mostró que la luz en los dormitorios fragmenta el sueño, lo que puede aumentar la inflamación y el riesgo de enfermedades. La luz también se ha vinculado a mayores tasas de cáncer, especialmente de mama, colon y próstata.
Aunque no todas las investigaciones confirman estos riesgos, la evidencia epidemiológica sigue creciendo, mostrando que quienes viven en zonas con más luz tienen mayores tasas de cáncer y problemas de salud en general.
Además, la exposición a la luz nocturna puede afectar la fertilidad y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, depresión y accidentes cerebrovasculares.
Para mitigar estos efectos, la comunidad científica recomienda reducir la luz azul, optar por bombillas con temperaturas de color más bajas y ajustar la iluminación en casa. También sugieren usar cortinas opacas, evitar el uso excesivo de dispositivos electrónicos por la noche y cubrir cualquier luz LED en el dormitorio para mejorar la calidad del sueño.
Fuente: https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2024/09/contaminacion-luminica-efectos-nuestra-salud-insomnio-cancer
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