lunes, 6 de mayo de 2024

La bioeconomía puede no ser lo mejor para el Amazonas

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El consenso emergente entre los conservacionistas y las organizaciones ambientalistas sugiere que la mejor estrategia para proteger la selva amazónica es mediante el desarrollo de una bioeconomía, que se basa en prácticas agrícolas regenerativas y sostenibles. Sin embargo, existe la preocupación de que este enfoque pueda tener consecuencias no deseadas, como acelerar la deforestación y la pérdida de biodiversidad.


La selva amazónica desempeña un papel fundamental en la estabilidad climática y la conservación de la biodiversidad. Ante el calentamiento global y la continua deforestación que la amenazan, surge la interrogante de cómo protegerla.


El enfoque emergente sostiene que cultivar una bioeconomía podría ser la solución. Este concepto ha sido respaldado por diversos actores, incluidos conservacionistas, el gobierno brasileño y organizaciones filantrópicas como la Fundación Moore. La bioeconomía busca aprovechar de manera sostenible los recursos forestales y mejorar el bienestar de las comunidades locales, mediante la recolección de productos no maderables y la promoción de productos sostenibles bajo la etiqueta Amazon 4.0.


A pesar de sus nobles intenciones, existen razones para creer que este enfoque podría ser contraproducente. Por un lado, el mercado de productos sostenibles de la Amazonia es limitado y no puede sostener económicamente a la población local. Además, existe el riesgo de que el aumento en la demanda de estos productos conduzca a la creación de granjas especializadas que contribuyan a la deforestación.


El desarrollo de la bioeconomía también requeriría infraestructura y recursos financieros que actualmente escasean en la región amazónica, lo que podría incrementar el valor de la tierra y fomentar la deforestación. Estudios recientes han destacado la importancia de los derechos de propiedad y la infraestructura vial en la deforestación de la región.


Una alternativa más efectiva para proteger la Amazonia podría ser aumentar la productividad de los centros urbanos y las áreas no boscosas circundantes. La migración de la población rural a las ciudades podría mejorar el bienestar de quienes dependen de la tierra sin perturbar el bosque. La urbanización también facilitaría la prestación de servicios públicos y el desarrollo de infraestructura.


En conclusión, mientras que la bioeconomía podría ofrecer beneficios económicos a corto plazo, es importante considerar sus posibles impactos negativos a largo plazo en la selva amazónica. En lugar de centrarse en el desarrollo de la bioeconomía, deberíamos buscar formas de mejorar la productividad urbana y reducir la pobreza en la región, lo que a su vez contribuiría a la protección de la selva tropical.


Fuente: https://www.eleconomista.com.mx/opinion/La-bioeconomia-no-salvara-la-Amazonia-20240422-0130.html


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