miércoles, 20 de septiembre de 2023

La tasa de extinción de especies ha aumentado en 35 veces desde que aparecieron los seres humanos

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Un estudio indica que en los últimos quinientos años, se han perdido completamente 73 ramas del árbol evolutivo. En su libro sobre el futuro de la inteligencia artificial, Max Tegmark, un profesor del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), presenta una situación alarmante y absurda: si no logramos comunicar con precisión nuestros objetivos a las máquinas, estas podrían adoptar objetivos propios que están muy alejados de nuestros intereses, como la conversión de todos los átomos del universo, incluyendo los de nuestros cuerpos, en clips metálicos. Aunque esto puede parecer extravagante como un fin, las máquinas podrían justificarse argumentando que fueron entrenadas observando a sus creadores.


En las últimas décadas, la inteligencia humana ha experimentado un crecimiento sin precedentes de la población, utilizando la inventiva para convertir a otras formas de vida en alimento para mantener a más seres humanos y en productos para mejorar su calidad de vida, con una eficiencia que uniformiza y aterra. En la actualidad, los seres humanos representan el 36% de todos los mamíferos, mientras que el 60% son animales como las vacas criadas para la alimentación humana, y solo el 4% son animales salvajes.


A pesar del impacto de la humanidad en los ecosistemas terrestres, nuestra biomasa representa tan solo el 0,01% de la biomasa total del planeta. No obstante, continuamos avanzando, reduciendo el espacio disponible para otras especies y quedando cada vez más aislados. Esta sexta extinción masiva, a diferencia de las anteriores causadas por meteoritos o procesos geológicos extremos, es la primera provocada por un solo animal: los seres humanos. Además, este impacto no se limita a especies individuales, sino que está mutilando ramas enteras del árbol evolutivo, como evidencia un artículo publicado hoy en la revista PNAS. Ejemplos de esto incluyen al tigre de Tasmania y el delfín del Yangtsé, que fueron las últimas especies de su género, que engloba a varias especies relacionadas entre sí.


El estudio, dirigido por Gerardo Ceballos, un investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, analizó un total de 34,600 especies pertenecientes a 5,400 géneros de vertebrados durante los últimos 500 años, utilizando bases de datos como la proporcionada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. En ese período, se extinguieron 73 géneros a una velocidad 35 veces mayor de lo que habría sido esperable si se hubiera mantenido la misma tasa de extinción que prevaleció en los 65 millones de años anteriores. Si la influencia humana no hubiera estado presente, se habrían requerido 18,000 años para presenciar la desaparición de tantos géneros. Los autores del estudio señalan que al menos un tercio de las especies de vertebrados conocidas están experimentando una disminución de su población y se ven relegadas a ecosistemas cada vez más reducidos.


Un ejemplo impactante es el declive en la población de elefantes: a principios del siglo XX, había 10 millones de estos animales, pero en la actualidad, quedan menos de medio millón, habiendo desaparecido de numerosos países en los que antes habitaban.


La extinción de un género completo puede tener efectos significativos en el funcionamiento de un ecosistema entero. La uniformidad que los seres humanos han impuesto en su entorno está contribuyendo a la pérdida de un equilibrio beneficioso para nuestra propia existencia y está modificando el curso de la evolución. Gerardo Ceballos ilustra esto con un ejemplo pragmático: "En el este de Estados Unidos, la desaparición de grandes depredadores como osos, pumas y lobos ha llevado a un aumento explosivo en la población de venados de cola blanca y ratones. Estos venados y ratones actúan como hospedadores para garrapatas que transmiten una enfermedad grave, la enfermedad de Lyme, lo que ha resultado en millones de casos por año en EE. UU."


En un tono menos pragmático, Paul Ehrlich, profesor de la Universidad de Stanford y coautor del estudio, lamenta que "estamos perdiendo los únicos compañeros vivos que conocemos en todo el universo".


La pérdida de biodiversidad y la explotación excesiva de los espacios naturales están facilitando la transmisión de enfermedades entre animales y seres humanos, como fue el caso de la COVID-19, al mismo tiempo que destruyen recursos que podrían tener beneficios para la salud humana. Un ejemplo triste es la extinción del género de las ranas incubadoras gástricas (Rheobatrachus), que habitaban en los bosques tropicales de Queensland, Australia. Estas ranas tenían un sistema reproductivo único, donde las hembras ingerían los huevos fertilizados y transformaban sus estómagos en úteros para el desarrollo de los renacuajos. Dado que estas ranas tenían que detener la producción de ácido en sus estómagos para proteger a sus crías, eran un modelo valioso de investigación para enfermedades como el reflujo gástrico y cánceres relacionados, pero lamentablemente, ya no quedan ejemplares de estas ranas en la Tierra. A pesar de su escasa presencia, animales como estos desempeñan un papel crucial en la preservación de equilibrios ecológicos.


Gerardo Ceballos advierte que los datos que ha recopilado son un llamado urgente a la acción, y sostiene que "si no tomamos medidas a gran escala, podríamos enfrentar un colapso de la civilización. Los seres humanos no desaparecerán por completo, pero podríamos encontrarnos en una situación similar a la de las películas apocalípticas, donde solo sobreviven los más fuertes". Históricamente, después de cada gran extinción, que a veces ha eliminado más del 70% de las formas de vida en la Tierra, el árbol de la vida se ha reconstruido gradualmente con la lenta aparición de nuevas especies. Sin embargo, Ceballos advierte que no podemos esperar tanto tiempo, ya que la humanidad no tiene esa ventana de tiempo disponible.


Para prevenir o mitigar este colapso, los autores del estudio hacen un llamado a una inversión sin precedentes, con un enfoque particular en la conservación de los bosques tropicales, que albergan la mayor biodiversidad. Ceballos estima que esto podría requerir alrededor de 400,000 millones de dólares, una suma significativa pero necesaria, ya que advierte que si continuamos con el enfoque actual, el colapso será mucho más generalizado de lo que estamos viendo en la actualidad. A pesar de que estudios como el publicado en PNAS proporcionan una comprensión profunda del problema ecológico que enfrenta la humanidad, la única especie inteligente conocida en el universo está cada vez más cerca de enfrentar las consecuencias de su propia eficiencia en su búsqueda por sobrevivir y reproducirse.


Fuente: https://elpais.com/ciencia/2023-09-18/la-extincion-de-especies-es-35-veces-mas-rapida-desde-la-aparicion-de-los-humanos.html



 

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