jueves, 7 de septiembre de 2023

China ha respondido con represalias a la decisión de Japón de verter las aguas residuales de central nuclear

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Esta medida ha generado gran preocupación en la región, y varios países vecinos han expresado su descontento, pero China ha ido un paso más allá al tomar medidas concretas al respecto.


El gobierno chino, que es el principal comprador de productos del mar de Japón, ha anunciado que bloqueará las importaciones de estos productos procedentes de Japón en respuesta a la controversia sobre el vertido de aguas residuales. A pesar de que el gobierno japonés ha defendido la seguridad del vertimiento y ha recibido el respaldo de muchos científicos, los críticos insisten en la necesidad de realizar más estudios y detener el vertido.


En total, se planea verter cerca de un millón de toneladas de agua almacenada en tanques dentro de la planta en el océano durante los próximos 30 años. China ha sido uno de los opositores más vehementes a esta medida desde que Japón la anunció hace dos años, y ha calificado la decisión japonesa de "extremadamente egoísta y un acto de irresponsabilidad". La oficina de aduanas de China ha ampliado la prohibición existente sobre la importación de productos del mar de la región japonesa de Fukushima y otras prefecturas cercanas a todos los productos del mar provenientes de Japón "para proteger la salud de los consumidores chinos".


Esta acción de China está diseñada para causar un impacto económico en Japón, y se estima que afectará negativamente a la industria de alimentos del mar en Japón, que exporta más de la mitad de sus productos a China y Hong Kong, con un valor de más de US$1.100 millones al año.


Sin embargo, los expertos sugieren que la respuesta de China está más relacionada con cuestiones políticas que con preocupaciones científicas genuinas. La relación entre Tokio y Beijing se ha deteriorado en los últimos años, al mismo tiempo que Japón se ha acercado a Estados Unidos e incluso ha expresado apoyo a Taiwán, una isla reclamada por China.


Según Neil Thomas, experto en política internacional del Instituto Asia Society Policy, "este incidente es más un síntoma que una causa del empeoramiento de las relaciones entre ambos países". Sugiere que Beijing podría haber protestado menos sobre el tema del vertido de agua si la relación con Tokio fuera mejor.


Japón, por su parte, planea rechazar las críticas a su plan pero no tomará acciones provocadoras en respuesta. A pesar de las preocupaciones sobre las acciones agresivas del gobierno chino, Japón comprende la importancia de mantener una relación estable con su vecino.


Algunos observadores creen que China no mantendrá la prohibición por mucho tiempo, ya que sus desafíos económicos actuales hacen que cualquier prohibición sea de corta duración y limitada para mitigar el impacto en los importadores y las personas relacionadas con estos negocios.


Corea del Sur también tiene una prohibición de larga data sobre algunos productos del mar japoneses, pero su respuesta al vertimiento de aguas fue más moderada. El primer ministro Han Duck-soo enfatizó la importancia de que Japón siga estrictamente los estándares científicos y proporcione información de manera transparente, y destacó la creciente alianza entre Corea del Sur y Japón bajo el cobijo de una alianza con Estados Unidos.


Sin embargo, algunas manifestaciones de protesta se llevaron a cabo en Corea del Sur, Hong Kong y Tokio en contra del vertido de aguas. Mark Brown, jefe del Foro de las Islas del Pacífico, inicialmente crítico del plan, ahora cree que cumple con los estándares de seguridad internacional.


Desde que la planta nuclear de Fukushima fue devastada por el tsunami de 2011, la compañía Tepco ha estado extrayendo agua para enfriar los reactores de la planta. Este proceso ha resultado en la generación de agua contaminada, que se somete a tratamiento y se almacena en tanques. A pesar del tratamiento, el agua continúa conteniendo niveles inaceptables de sustancias radiactivas como el tritio y el carbono-14, que son extremadamente difíciles de eliminar.


La estrategia de Japón ha sido diluir esta agua tratada con agua de mar antes de verterla en el océano. Se han llenado más de 1.000 tanques, y el gobierno japonés ha argumentado que esta no es una solución sostenible a largo plazo. Afirma que, después del tratamiento y la dilución con agua de mar, el vertido es seguro, un punto respaldado por muchos científicos y la Agencia Internacional de Energía Atómica de la ONU, que han afirmado que el plan cumple con los estándares internacionales y tendrá un impacto "insignificante" en el medio ambiente.


El gobierno japonés se ha comprometido a monitorear continuamente los niveles de radiación en el océano y a mantener una alta transparencia en este proceso. Sin embargo, dado el historial de falta de transparencia de la empresa Tepco durante el desastre de 2011, algunos siguen siendo escépticos.


A pesar de que liberar agua tratada en el océano es una práctica común para las plantas nucleares, los críticos han señalado que la cantidad de agua que se liberará desde Fukushima es mucho mayor y sin precedentes. Algunos científicos creen que se necesitan más investigaciones para comprender cómo esto afectaría al lecho oceánico y la vida marina. Grupos ambientalistas como Greenpeace también han pedido que el agua se mantenga en los tanques hasta que se desarrolle una tecnología de procesamiento más efectiva.


Esta decisión ha generado preocupación y enojo particularmente entre las comunidades costeras y los pescadores de Japón, ya que temen que afecte sus medios de subsistencia y la percepción de seguridad de los productos marinos locales, que aún no se ha recuperado por completo económicamente desde el desastre de 2011.


Además, existe una profunda división en la opinión pública japonesa sobre este asunto, ya que solo la mitad de los ciudadanos respalda la decisión de verter el agua, según las encuestas más recientes. "Creo que deberían haber considerado muchas otras opciones en lugar de optar por liberarla en el océano", expresó Keiko Kisei en una entrevista con Reuters el jueves. Kisei también participó en una protesta en Tokio en contra de esta medida y añadió: "Sin embargo, optaron por desechar el agua, lo que está causando problemas en todo el mundo. Esto es absolutamente inaceptable”.


Fuente: https://www.bbc.com/mundo/articles/cn0e3e85p80o

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