martes, 30 de agosto de 2022

Proyectos de rehabilitación energética: Un gran problema de salud

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Las readaptaciones no son sólo una forma de combatir el cambio climático o de ahorrar energía. Teniendo en cuenta los numerosos riesgos para la salud que entrañan las viviendas deficientes, se trata sobre todo de un problema prioritario de salud pública.

¿Qué es una "vivienda saludable"? La Organización Mundial de la Salud (OMS) resume las características en sus directrices sobre vivienda y salud. Estas directrices nos mantienen informados sobre las políticas y normativas de vivienda a nivel nacional, regional y local. La accesibilidad, los elementos de seguridad para limitar los accidentes domésticos y el espacio suficiente para evitar el hacinamiento son algunos de los criterios recomendados. Como es lógico, la OMS también insiste en la temperatura y el aislamiento de los edificios como características clave de una vivienda digna y saludable.

"Para los países con climas templados o más fríos, se ha sugerido una temperatura de 18˚C como temperatura interior segura y equilibrada para proteger la salud de la población general durante las estaciones frías", recuerda la OMS, que también advierte sobre el calor excesivo en las viviendas. El creciente número de olas de calor exacerbadas por el cambio climático hace que sea imperativo abordar este reto a escala mundial. No es sólo una cuestión de comodidad, sino de salud pública: teniendo en cuenta todos los riesgos para la salud, la OMS calcula que cada año se producen en Europa 130.000 muertes relacionadas con unas condiciones de vivienda inadecuadas.

La vivienda puede afectar a la salud física de muchas maneras. Combinada con la falta de ventilación y el mal aislamiento, la humedad excesiva genera moho, que puede desencadenar enfermedades respiratorias y agravar el asma. Cruzando estudios de Estados Unidos, Canadá y varios países europeos, la OMS informó en 2009 de que casi el 20% de los edificios de estos territorios presentan signos de moho.

Las temperaturas extremas -tanto el frío como el calor- y un mal aislamiento pueden provocar enfermedades cardiovasculares. En el Reino Unido, un estudio demostró la influencia de las características de la vivienda en el exceso de mortalidad invernal. Las elecciones previas en términos de equipamiento también pueden tener consecuencias.

En el caso de los residentes, estas exposiciones peligrosas suelen ser de larga duración: las cifras varían según el país, pero, por ejemplo, un francés pasa una media de 16 horas al día en su casa; esta cifra está aumentando junto con el trabajo a distancia.

Este cambio de paradigma ha puesto de manifiesto la urgencia de reformar los hogares de muchos trabajadores. Un mayor tiempo en casa aumenta lógicamente la necesidad de calefacción durante los periodos de frío. En verano, la necesidad de frescura en el calor del día casi hace que se eche de menos el aire acondicionado que suele haber en los lugares de trabajo convencionales. Y sea cual sea la estación del año, una luz natural suficiente también es esencial para el bienestar, tanto para garantizar el aporte necesario de vitamina D como para limitar el uso de la iluminación eléctrica durante el día.

Desde hace varios meses, este reequilibrio masivo entre el trabajo y el hogar - a favor de este último - se observa a nivel internacional. En Estados Unidos, gigantes de Silicon Valley como Facebook y Twitter han hecho del trabajo a distancia una norma, y algunas empresas como Amazon y Paypal han reconocido que rechazar el trabajo a distancia puede reducir su atractivo como empleadores. Esta situación no afecta a todas las categorías de empleados, pero aumenta la urgencia de las adaptaciones, cuyos beneficios ya no se limitan a la comodidad en la vida personal, sino también en el lugar de trabajo. La necesidad de un aislamiento acústico eficaz para proteger del ruido exterior ya no es sólo para garantizar el sueño por la noche, sino para asegurar un entorno de trabajo tranquilo y potencial durante el día.

Históricamente, los éxitos en materia de salud pública han estado ligados a las acciones dirigidas a la vivienda, como demuestra el cambio gradual de las enfermedades infecciosas a las no transmisibles. Según la OMS, invertir en mejores condiciones de vivienda tendría mejores resultados sanitarios que invertir directamente en salud en un plazo de dos a cuatro años.

Las readaptaciones también contribuyen a reducir el círculo vicioso provocado por el cambio climático, dados los numerosos gases de efecto invernadero que generan las viviendas mal aisladas. Estas adaptaciones también son rentables a corto plazo, ya que el ahorro de costes sanitarios es mayor que los costes de dichas adaptaciones.

En 2018, un estudio estimó que renovar 600.000 viviendas inadecuadas en Francia, habitadas por familias con bajos ingresos, costaría 6.500 millones de euros, lo que generaría una reducción de los costes sanitarios de casi 500 millones de euros al año. De este modo, la inversión en la modernización se amortizaría en menos de quince años.

La previsión de duplicar la población urbana mundial de aquí a 2050 exigirá soluciones de vivienda que no podrán ser totalmente absorbidas por la nueva construcción. Por el bien del clima, pero sobre todo por el bien de la salud de todos, es imprescindible una ola masiva de renovaciones eficientes a escala mundial.

Fuente:
https://www.saint-gobain.com.mx/proyectos-de-rehabilitacion-energetica-un-gran-problema-de-salud


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