miércoles, 9 de junio de 2021

Residuos que dan valor y energía

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A una refinería actual, que es una fábrica de combustibles y otros productos petroquímicos, entra petróleo crudo, gas natural y electricidad; tras una serie de procesos salen, en horizontal, químicos y combustibles fósiles, y en vertical, directo hacia la atmósfera, dióxido de carbono (CO₂). En unos años, a una refinería entrará crudo, energías renovables, residuos orgánicos, y plásticos, biogás y gas natural; habrá electrolizadores, y sistemas de captura y almacenamiento de carbono que evitarán las emisiones de CO₂; saldrán plásticos reciclados e hidrógeno verde, combustibles sintéticos y biocombustibles avanzados para propulsar la automoción, el tráfico pesado, los aviones o los barcos.

Instalaciones diseñadas para funcionar con petróleo, gas natural y electricidad se abren a las renovables y comienzan a admitir residuos, muy heterogéneos, que ya no terminan en el vertedero, sino que vuelven a incorporarse al circuito de producción según la lógica de la economía circular. La nueva digestión no es ni sencilla ni barata, pero “sí relativamente factible”, admite Andreu Puñet, director general de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP).

Y, sobre todo, imprescindible para alcanzar la neutralidad en carbono en 2050, tal y como se ha propuesto la Unión Europea. La descarbonización es una urgencia que ya no admite más retrasos, dudas ni palos en las ruedas.

Hay imágenes y señales que apuntan al fin del petróleo, pero quizás pocas tan contundentes como el anuncio del 17 de mayo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE): “A partir de hoy”, ninguna inversión en nuevos proyectos de explotación y producción de gas y petróleo; las centrales de carbón deberán cerrar antes de 2030; “para 2040, el sector eléctrico mundial habrá alcanzado emisiones netas cero”. El informe especial Cero Emisiones para 2050 marca una agresiva hoja de ruta con “cambios radicales necesarios para que el mundo tenga la mejor oportunidad de limitar los aumentos de temperatura a 1,5 ° C”. La cascada de consecuencias a partir de esta declaración debería ser imparable.

“Todo empieza en la tecnología”, tercia Adriana Orejas, directora de Tecnología Industrial de Repsol, que, parafraseando la famosa canción de Extremoduro, se está quitando del petróleo y se presenta como compañía multi-energética capaz de construir en su complejo de Puertollano la primera planta de España de reciclado de espuma de poliuretano, componente principal de colchones, sofás y asientos para vehículos.

Su apertura está prevista para 2022 y “tendrá capacidad para procesar unas 2.000 toneladas anuales, el equivalente a 200.000 colchones”, con las que fabricar de nuevo espuma de poliuretano, “cerrando el círculo de reciclado”, como señala la compañía en nota de prensa.

En España hay nueve refinerías, cinco de ellas de Repsol, que anuncia, por boca de su directora de Tecnología Industrial, su intención de ir desplazando el crudo para incorporar residuos como materia prima. “Queremos abrir el abanico a desechos urbanos, forestales, de neumáticos, plásticos, hasta llegar a los cuatro millones de toneladas al año para 2025 o 2026, que suponen más del 5% de la disponibilidad total de este tipo de residuos en España”, subraya.

La futura planta de Repsol en el puerto de Bilbao generará gas a partir de residuos urbanos; procesará unas 10.000 toneladas al año en una primera fase, y su capacidad podrá multiplicarse por 10 en fases posteriores, hasta las 100.000 toneladas anuales, o, dicho de otro modo, todo lo que excreta su entorno. “Iremos pasando de gas natural a biogás de residuos, y a electricidad 100% renovable”, remacha Orejas, que plantea cómo dos problemas, de dependencia del gas y del petróleo, y de basura en Europa, se pueden solucionar de una sola tacada por obra y gracia de la economía circular.

Repsol quiere producir hidrógeno renovable, o verde, equivalente a 0,4 gigavatios (GW) en 2025, y ambiciona llegar a 1,2 GW en 2030. Esta gran apuesta para sustituir los combustibles fósiles donde la electricidad no alcanza ha llevado, también, a la compañía de infraestructuras energéticas Redexis a trabajar en varios proyectos, según información recopilada por su departamento de prensa: OceanH2, que busca la producción, almacenamiento y transporte de hidrógeno renovable a partir de energía eólica y fotovoltaica offshore; el Proyecto Higgs, de cooperación europea, para estudiar la posibilidad de inyectar hidrógeno en las infraestructuras de gas natural; Green Hysland, la primera iniciativa estratégica del sur de Europa, financiada por la Comisión Europea, para la creación de un ecosistema de hidrógeno verde en Baleares a partir de energía solar en la planta de Lloseta, con el primer hidroducto de España.

Fuente:
https://elpais.com/extra/2021-06-04/residuos-que-dan-valor-y-energia.html


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