martes, 31 de marzo de 2020

La energía solar ilumina las profundidades de la sierra mexicana

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Alrededor de millón y medio de personas vive sin luz en México. La energía fotovoltaica emerge como la única opción para cerrar la brecha.

La energía solar ilumina las profundidades de la sierra mexicanaLa eólica y la solar se abren paso en México y Centroamérica entre la ambición y la incertidumbre.

Pese a que el 99% de los hogares mexicanos tiene acceso a la red convencional, todavía hay alrededor de millón y medio de personas sin electricidad, generalmente en los lugares más recónditos del país. Para ellos, la energía solar es prácticamente la última opción. México reúne todas las condiciones. El 85% del territorio recibe radiación solar óptima, ya hay 87.000 hogares que usan paneles particulares y existe margen para cuadruplicar la generación en los próximos dos años, según estimaciones del sector. Solo falta que se abra camino hasta las profundidades de la sierra.

Para llegar a Zicuilapa hay que bajar una cuesta desde la carretera, atravesar un puente colgante que se bambolea sobre el río Ajamac y bordear su orilla entre ceibas y lianas. A medida que uno avanza, la presencia eléctrica retrocede. Como líder comunitario, Andrés Morales coordina las batallas de este pequeño señorío, que se vuelve casi isla cuando las aguas torrenciales crecen hasta bloquear el acceso. Desde finales de los noventa, este campesino de 71 años, de andar seguro e inseparable sombrero vaquero, ha luchado por traer la luz, una cuestión de supervivencia para la decena de familias que vive allí. La desconexión ha hecho pinza con la falta de oportunidades y la pobreza; los jóvenes quieren trabajo, escuchar música y recargar celulares. Por todo ello, muchos han decidido emigrar.

Morales desenreda el nudo de una bolsa de plástico donde guarda una carpeta, marrón por el paso del tiempo. Con cuidado, como si se tratara de un tesoro, despliega sobre una mesa de madera un fajo de documentos de hace más de una década. Son peticiones a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la empresa pública encargada de suministrar corriente a la población mexicana. Calcula haber peregrinado unas 50 veces a sus oficinas, sin éxito. “Hablamos con gente grande, licenciados. No lo logramos. Promesas y promesas pero nada”, recuerda en un español cerrado. “Nos decían que por el río no podían, que se iban a apachurrar los operarios con los postes”.

Durante esta espera interminable de postes que no llegan, la población afectada sufre las consecuencias. Las familias no tienen refrigerador para almacenar alimentos y utilizan carbón o leña para cocinar, una práctica nociva para la salud -es el caso del 11% de hogares mexicanos, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) para 2018-. También se hace notar en el bolsillo. Las familias pueden llegar a gastar alrededor del 10% de sus ingresos en velas, pilas para linternas y diésel para quinqués.

La llegada de la electricidad ha revolucionado la vida de la aldea. Por las tardes, los nietos de Andrés Morales se quedan embobados mirando películas de Disney frente a un televisor de segunda mano. Mientras, en una vivienda cercana se escucha un rugido de watts; una vecina prueba el poder de su nueva licuadora para hacer una salsa de tomate. Lo único que tienen que hacer Morales y sus vecinos es pasar un trapo húmedo una vez al mes para quitarle el polvo y asegurarse de que ninguna rama traviesa entorpezca los rayos de sol.

Pero la luz no lo es todo. El profesor Rigoberto García, del Colegio de la Frontera Norte, defiende que el combate a la pobreza energética pasa por un abanico de políticas. “Tener electricidad no significa que la población disfrute de los servicios energéticos”, dice. “Las viviendas se han construido con los mismos materiales sin tener en cuenta las condiciones climáticas. En regiones cálidas, un 30% de las casas carece de condiciones térmicas mínimas o de sistemas de ventilación apropiados”. La posesión de electrodomésticos es otro ejemplo. Aunque el 99% de los hogares mexicanos tiene electricidad, un 12% no cuenta con refrigerador, según datos del Inegi.

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