El cambio climático es una consecuencia provocado por los seres humanos, y existen teorías o paradojas que nos permite explicar un poco las consecuencias que este provoca, así como entender un poco la evolución de este.
Existe la paradoja de Jevons o efecto rebote, se define como; el aumento de la eficiencia con la que se usa un recurso no disminuye su consumo, sino que la aumenta.
Un ejemplo de esta paradoja lo encontramos en el sector energético: a medida que somos más eficientes, el número de personas abastecidas energéticamente aumenta, pero esto puede resultar en un incremento del consumo total de energía.
De manera concreta, cuánto creamos que nos estamos acercando a un objetivo, en realidad nos estamos alejado de este. Está paradoja nos ayuda a comprender la relación que existe entre la crisis provocado por el Covid-19 y la crisis climática.
En los últimos días hemos sido testigo de los efectos positivos que conlleva el actual confinamiento, por ejemplo; la reducción de emisiones de contaminantes o simplemente la presencia de animales en nuestras calles. Sin embargo los científicos nos advierte que no se trata más que de un espejismo.
La creciente pureza del aire no significa que se le esté poniendo freno al calentamiento global, ya que mientras la polución del aire tiene una vida muy corta, los gases de efecto invernadero tienen una vida muy larga. Como dato interesante, en la atmósfera hay acumuladas grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) desde la revolución industrial de mediados del siglo XVIII.
Un ejemplo más claro es la Gran Recesión de 2008, por aquel entonces, se apreció una reducción mundial del 1% en las emisiones de CO2. Sin embargo, se recuperó al año siguiente y su crecimiento durante los dos próximos fue excepcionalmente alto.
¿Se podría utilizar la pandemia actual como palanca de cambio para transformar nuestra sociedad en un sistema medioambientalmente sostenible? La incertidumbre es máxima y hay opiniones para todos los gustos; sin embargo, no debemos olvidar que la base de nuestra sociedad seguirá siendo la misma: total y absoluta dependencia en el crecimiento económico y una falta de conciencia medioambiental alarmante.
De hecho, la necesaria reactivación económica a través de paquetes de estímulo y distintas medidas durante los próximos meses podrían causar la denominada polución vengativa: inversiones en carbón, petróleo y las mismas industrias pesadas que en las pasadas décadas dieron tanto éxito económico a costa del medio ambiente.
Es aquí donde surge preguntas como; ¿Por qué algunas crisis, como la del corona virus, se abordan de manera instantánea, eficaz y conjunta, mientras que otras, como la crisis climática, cuestan más asimilarlas y tomar medidas al respecto? Una posible respuesta es la percepción de la sociedad ante el coronavirus, como un problema muy cercano y de urgencia extrema, su impacto se puede ver y palpar, donde los cambios de comportamiento que están teniendo las personas tienen efectos positivos inmediatos, y los sacrificios asociados al confinamiento serán simplemente temporales.
En cambio, con la crisis climática ocurre lo contrario: todo parece muy complejo y lejano, los cambios de comportamiento personales puede que no tenga efecto positivo inmediato, ya que los resultados se verán a medio y largo plazo, los sacrificios de las personas no serían temporales y se requerirá de transformaciones importantes en nuestro estilo de vida.
Ahora los gobiernos están recibiendo críticas por no haber actuado a tiempo ante la pandemia del coronavirus. ¿No sería conveniente evitar tropezar con la misma piedra y anticiparnos a las consecuencias de una nueva crisis?
Por ello el cambio climático debe tener un sentido de urgencia parecido al de la pandemia actual.
Fuente
ECOTICIA
https://www.ecoticias.com/cambio-climatico/200962/Julen-Gonzalez-Redin-Doctor-Desarrollo-Sostenible-Medio-Ambiente#
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